lunes, 18 de febrero de 2013

El domador y los dos ancianos

El 18 de febrero de 2013 acaba de cumplirse el 51 aniversario del fallecimiento de uno de los más singulares literatos españoles del siglo XX: Enrique Jardiel Poncela. Enrique Jardiel Poncela nació en Madrid el 15 de octubre de 1901, hijo de un periodista muy conocido en los ambientes madrileños y de una de las primeras y mejores mujeres pintoras de principio de siglo. Su obra alejada del humor que se había hecho en España hasta entonces, se acerca al modelo del teatro de lo absurdo, inverosímil e ilógico. Fue atacado por una gran parte de los críticos teatrales de su tiempo, que no eran capaces de entender su humor tan personal y alejado de los estereotipos, a los que respondió con su humor virulento en los los prólogos de las ediciones de sus comedias, diciendo de ellos, entre otras cosas, que “¿Hay que admitir una superioridad aplastante del crítico sobre el autor? ¿Hay que aceptar que un crítico sea un superhombre? No. Aún contando con el bajísimo nivel intelectual de nuestro autores, comparados un crítico eminente con un autor eminente, un crítico medio con un autor mediocre o un crítico malo con un autor malo, el crítico podrá ser igual, pero superior nunca. Y de diez críticos, siete son inferiores al autor criticado. Porque el autor siempre tendrá algo positivo que alegar: su obra, mientras que la obra de la crítica en España es negativa”. Aunque es recordado principalmente por su producción teatral, sus actividades se extendieron a todos los aspectos artísticos que pudo abarcar: novelas, ensayos, cuentos, guiones cinematográficos, etc. Como manifiesta en sus apuntes biográficos de “Tres comedias con un solo ensayo”, “hacía cuanto es capaz de hacer un mamífero con cédula, que no tiene más arma que una estilográfica; cuentos, conferencias ante el micrófono, traducciones, folletines, historietas para niños, couplets, recetas de cocina, escritos para propagandas; el delirio en cuartillas de 0,60 el ciento”. Pionero en tantas cosas, formó parte del grupo de españoles que conquistaron Hollywood a principios de los años 30; escritores como Gregorio Martínez Sierra y José López Rubio ó actores como Pepe Crespo, Julio Peña y Catalina Bárcenas, donde, entre otros trabajos, escribió el guión en verso de su comedia “Angelina o el honor de un brigadier” para las producciones en español de la Fox. De allí regresó con el virus cinematográfico que le llevó a realizar “Celuloides rancios” donde aplicó su gran sentido humorístico en unos diálogos adaptados a películas mudas de la primera época del cine, concepción que le llevó a realizar posteriormente el largometraje “Mauricio o una víctima del vicio”. Problemas económicos, unidos a una larga enfermedad y sumados al ataque feroz de la censura franquista y de los críticos que habían sucedido a los de épocas anteriores (con excepciones como la del gran crítico y escritor Alfredo Marquerie, que siempre supo ver la grandeza del autor por encima de la anécdota y vicisitudes de la época, defendiéndole hasta donde le fue posible del acoso y derribo al que estaba siendo sometido), le llevaron a su temprana muerte de cáncer, en una casi absoluta miseria, a los 50 años de edad. Los años no han hecho sino acrecentar su figura y sus obras siguen representándose actualmente en medio del mismo regocijo con el que acogen los espectadores del siglo XXI, los mismos textos que celebraron los espectadores de su época, habiéndose rodado además numerosas películas basadas en ellas. Sus comedias han sido adaptadas al cine en diversas ocasiones, algunas con guión del propio autor, como Angelina o el honor de un brigadier, en 1934, Usted tiene ojos de mujer fatal, en 1936, Las cinco advertencias de Satanás, en 1937, Margarita, Armando y su padre, en 1937, Eloísa está debajo de un almendro, en 1943, y Es peligroso asomarse al exterior, en 1945. Sin su colaboración, podemos recordar versiones tales como las de Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada, Blanca por fuera y Rosa por dentro, Un marido de ida y vuelta o Tu y yo somos tres. A principios de los años 70, unos compañeros del Cuerpo de Telégrafos de Madrid, muy aficionados al cine, filmaron y protagonizaron una recreación del cuento “El domador y los dos ancianos” incluido en el apartado “Ventanilla de cuentos breves”, dentro de su recopilación de relatos cortos “El libro del convaleciente”. Esta pequeña obra, filmada en el Super8 de la época, pasada posteriormente a VHS y a continuación vertida en formato digital, ha perdido en el camino una buena parte de su calidad inicial, pero sirve aún como un cariñoso homenaje al maestro Jardiel de estos aficionados como Navarro, Gómara, Benjamin, Hervás y Roda, en cuyo recuerdo os ofrecemos la versión en formato flv que podeis encontrar en Youtube a través del enlace: http://www.youtube.com/watch?v=xAA3waXinQg&feature=youtu.be

miércoles, 13 de febrero de 2013

ADIOS AL ULTIMO GRAN TELEGRAFISTA: SEBASTIAN OLIVE ROIG

Hoy 13 de febrero de 2013, en el crematorio del Cementerio de la Almudena de Madrid, han sido incinerados los restos mortales de Sebastián Olivé Roig, quizás el último de los grandes telegrafistas que ha dado la historia del Cuerpo de Telégrafos desde su creación en el año 1855. Maestro, escritor, historiador, biógrafo y, sobre todo, telegrafista y gran compañero y amigo, su desaparición deja un vacío imposible de llenar con otra figura similar. Nacido en Reus (Tarragona) el 10 de mayo de 1932, y aún sin renunciar a sus orígenes, pronto se convirtió en hijo adoptivo de Madrid, donde desarrolló su vida personal, laboral y artística, siempre junto a su esposa Paquita Barrau, quien se convirtió de compañera de trabajo en su colaboradora a todos los niveles, ya que la vena artística de Paquita, excelente pintora y persona excepcional, complementó las ya grandes dotes intelectuales de Sebastián. Titulado como Ingeniero Técnico de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid, asímismo se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid. En 1948 aprobó las oposiciones para la Escala Auxiliar Mixta de Telégrafos, presentándose posteriormente a las correspondientes al Cuerpo Técnico de Telégrafos en el que ingresó en 1955. Perteneció, por tanto, al Cuerpo de Telégrafos desde 1948 a 1978, año en que se produjo la fusión con el Cuerpo de Correos. Donde siguió ocupando diferentes puestos directivos hasta llegar a ser responsable de toda la red de transmisión. Como decía con su gracejo habitual, pasó sin darse cuenta de manejar el Morse a los satélites de comunicaciones. También se dedicó a la enseñanza, siendo nombrado profesor numerario de la Escuela Oficial de Telecomunicaciones de Madrid y profesor encargado de curso de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid. Su afición por la historia de la telecomunicación ha hecho que hayan sido salvados de la destrucción o el olvido diferentes piezas, sistemas, fotografías o expedientes históricos que pueden admirarse en diferentes museos, principalmente en el Museo Postal y Telegráfico, en el que, además, ha contribuido con un equipo de antiguos telegrafistas a la rehabilitación y puesta en funcionamiento de diversos equipos telegráficos. Esta misma afición es la que le ha llevado a escribir numerosos artículos y libros así como a participar en Congresos y simposios relacionados con la historia de las telecomunicaciones. En este ámbito hay que destacar, sobre todo lo demás, sus inmensos conocimientos sobre telegrafía óptica, conocimientos que plasmó en su libro “Historia de la telegrafía óptica en España”, libro que ha sido considerado por muchos de sus seguidores como “la Biblia de la telegrafía óptica”. Su lucha por sacar a la luz un episodio tan ignorado de las historia de las telecomunicaciones, trajo como consecuencia, aparte de un nutrido grupo de admiradores y discípulos que han continuado su obra, que la opinión pública lograra de diferentes autoridades locales y regionales, que se movilizaran para rescatar y restaurar algunas de las torres de telegrafía óptica que aún se conservan en nuestro pais (Adanero, Moralzarzal, Arganda del Rey, etc.). Otros libros interesantes, escritos por él mismo o en colaboración, son : "El nacimiento de la telecomunicación en España", "El telégrafo óptico de La Granja", "Primeros pasos de la telecomunicación", "Prehistoria de la profesión de Ingeniero de tTelecomunicación y de sus escuelas", "De las señales de humo a la sociedad del conocimiento - 150 años de telecomunicaciones en España", "150 años del Telégrafo en España", y sobre todo, como compendio de sus conocimientos telegráficos" las "Historias de Telégrafos", que a lo largo de los últimos años ha ido escribiendo en fascículos para su publicación en las páginas web y la revista de la Asociación de Amigos del Telégrafo de España, y que pensaba editar en forma de libro para esta primavera. En el año 2004 comenzó su participación en el Foro Histórico de las Telecomunicaciones, y ese mismo año contribuyó a la creación de la Asociación de Amigos del Telégrafo de España, de la que fue nombrado Presidente, cargo para el que se le siguió votando por aclamación en cada Asamblea General y que ocupó hasta el momento de su muerte, y desde el que pudo desarrollar y compartir en todos los actos a los que asistió, la gran sabiduría que atesoraba y con los que contribuyó a mejorar los conocimientos sobre la historia de las telecomunicaciones en general y del telégrafo en particular entre todos los que tenían la suerte de escucharle, tanto si pertenecían a las diferentes ramas de las telecomunicaciones como al gran público. Descanse en paz el querido compañero, amigo y maestro cuyo recuerdo, a través de su obra, quedará como un referente único para las futuras generaciones que quieran entender la evolución y el desarrollo de las telecomunicaciones desde sus comienzos hasta la actualidad. Adios para siempre Sebastián. Mientras existamos los que tuvimos el privilegio de tratarte, permanecerás vivo en nuestro recuerdo.